#BAFICI26: Tesis sobre una domesticación

Otro esperado cruce entre el cine y la literatura es esta película basada en la novela de Camila Sosa Villada. La escritora y actriz se reúne con el director Javier Van de Couter (con quien protagonizó Mia en 2011) para protagonizar ella misma la historia que escribió. Publicada en el 2019 por Página/12 y reeditada recientemente a través del sello Tusquets, que viene publicando toda su obra, sigue a una exitosa actriz travesti a lo largo de un amorío con un actor mexicano que se le presenta gay, y el proyecto de armar una familia adoptando a un niño con VIH positivo.

La protagonista de Tesis sobre una domesticación no se parece a nadie, aunque tenga calificativos comunes de gente de su ambiente. Es desenfadada, seductora, tajante, prestigiosa, magnética, contradictoria. Porque no es la misma en el escenario, tampoco en los bastidores con el director de su obra, o en la humilde casa de sus padres, ni en su lujosa mansión, ni en el dormitorio con su flamante marido. Es la suma de muchas mujeres, aunque para ella implica el resultado probablemente de un esfuerzo mayor al ser mujer trans. Actriz, hija, madre, esposa, trola.

Única, provocadora, sin remordimientos. La película la sigue en cada escena, la desnuda de manera literal y metafórica. Sorprende en estos tiempos pacatos y conservadores la cantidad y calidad de las escenas de sexo, que pondrán a varios incómodos pero logran transmitir ese vivir a flor de piel el propio goce, el deseo. Mucho aporta la química entre sus protagonistas, tanto de la actriz con Alfonso «Poncho» Herrera quien interpreta a su marido, como con Sebastián Arzeno que interpreta al director de la obra que ensaya.

Van de Couter filma de manera muy bella cada escena, con planos meticulosos, una fotografía notable. Camila Sosa Villada es hipnótica. Quizás nunca lleguemos a comprender del todo su personaje, quizás ella misma nunca termine de conocerse o entenderse. Quizás ni siquiera importe.

El relato no es del todo lineal y por momentos parece querer abarcar demasiadas aristas. La resolución se presenta un poco abrupta y puede descolocar. Pero sin dudas se trata de una película que queda resonando, una apuesta valiente y distinta, necesaria para estos tiempos. A la larga es una tesis sobre la vida conyugal, en pareja, en familia. Está producida por nombres como Diego Luna y Gael García Bernal, lo que podría ayudar a que se destaque en el cine latinoamericano, más allá de las fronteras de nuestro país.

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