“Anagramas”: entrelazados
Debo decir que Santiago Giralt me cautivó con “Antes del estreno” (aquella joyita protagonizada por Erica Rivas) allá por el 2010, en la que siento que fue su primera fuerte incursión como director en solitario. Antes, formando parte de un colectivo, había traído la interesante “Upa, una película argentina” que hizo mucho ruido en el BAFICI 2007 (de hecho, ganó la competencia nacional). Hoy, el indie local está de fiesta porque Giralt llega con otro largo al Centro Cultural General San Martín, “Anagramas”.
Esta es una historia de parejas cruzadas, filmada en blanco y negro y con un elenco que envidiaría cualquier cineasta: Nahuel Mutti, Leonora Balcarce, Catarina Spinetta. Aquí, la trama es la de un matrimonio en crisis con hijos (Vera y Ariel) que comienza a explorar el afuera, y se relaciona (y enreda) con otras parejas (Simona y Nacho, Duilio y Esteban). La idea que plantea Giralt es graficar con gestos ampulosos las idas y vueltas de un grupo de treintañeros en desequilibrio.
“Anagramas” parece de a ratos un film atractivo, con algunos segmentos luminosos, si gustan de poner la mirada en las agudas reflexiones que cada tanto aparecen sobre este estado transicional que los protagonistas viven. Se habla de la pareja, de las formas en que se encara el desconcierto y la desconfianza y de cómo vivir esa negación, o detonar aquello que ya no funciona.
Sí, es cierto que Giralt parece determinado a rodar con el estilo que traía John Cassavetes, y debo decirles que su influencia sigue presente al igual que en su opus anterior, así que ir preparados para esto. Austera, fría, a veces artificiosa, empapada en espíritu retro y decididamente transgresora, “Anagramas” no es un film para todo tipo de público.
De a ratos parece tan experimental que te desconecta de su historia, tan extraña que a veces te deslumbra con alguna observación de los niños que se llevan los mejores diálogos del film. Debo decir que no me pareció redonda, ni enteramente lograda, aunque le reconozco el valor de la búsqueda, la osadía de jugar con los recursos que tiene y el brillo de algunas actuaciones que no hay que dejar pasar.
Chiquita y curiosa, “Anagramas” debería ser el punto de inflexión de la carrera de Giralt. Lo mejor, estamos convencidos, está por venir, habrá que esperar más y nuevos proyectos de este promisorio cineasta local.