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«Truman»: una amistad incondicional

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‘¿Vamos a ver la de Darín?’, suele ser una de las razones para ir a ver cine nacional, o una coproducción con actores argentinos. Supongo que en España debe pasar lo mismo ya que les encanta escuchar nuestro porteño acento. La mayoría de las veces esta práctica no defrauda y en Truman no será la exepción a la regla. Segunda colaboración entre el director catalán Cesc Gay y nuestro Ricardo Darín, para la ocasión acompañado por Javier Cámara (un actorazo que se lució en la serie de abogados de Antena 3, «LEX», que les recomiendo con fervor y sus 16 capítulos pueden verse por YouTube), y Dolores Fonzi, que luego de ‘La Patota’ ha adquirido madurez en pantalla y le toca una escena de «sexo catártico» (dixit).

Ahora la pregunta es quién es Troilo, y aquí viene también parte de la explicación del título de la película, si es que la hay: Troilo es el verdadero nombre de Truman y Truman es un perro. El tema es que breve tiempo después de terminado el rodaje, Troilo murió y eso fue un golpe para todos los que lo conocieron en la filmación, ya que era un acompañante terapéutico para niños autistas y en esta peli, según cuenta Darín, fue muy dócil y se encariñaron con el pichicho a más no poder.

Tanto apego hubo con Troilo, que el ex galancito, se quebró en la conferencia de prensa al recordarlo y los periodistas pensábamos que estaba bromeando y tuvo que decir con firmeza que iba en serio. De todas maneras, es una anécdota, el nombre propio del título fue un capricho de Cesc Gay, -infidencias de la preproducción-, ya que al saber que el perro se llamaba Troilo y que el protagonista sería un argentino en España, podrían haberle dejado ese onomástico tan evocante de la Reina del Plata. Pero no… Así es que Truman se convierte en el comienzo de un camino para dos amigos que se encuentran después de varios años de no verse.

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El motivo no es el mejor para uno de ellos. Julián (Darín) está enfermo y ha decidido abandonar su tratamiento. Tomás (Cámara) irá a escucharlo, a acompañarlo y si puede convencerlo de que cambie su decisión. Paula (Fonzi), es la prima de Julián y quien lo ha cuidado durante un año, en el recrudencimiento de su enfermedad y luego de que Julián se separara de su mujer y el hijo del matrimonio se fuera a estudiar a Holanda. Ella tiene bronca por el camino que escogió su primo; Tomás trata de no decir nada, la procesión va por dentro. Se quedará 4 días y luego volverá a Canadá, donde reside. La idea es encontrarle un hogar a Truman para cuando Julián ya no pueda cuidarlo. La historia se centra en algo que la sociedad actual trata de borrar, de esconder, de tapar y que tarde o temprano sucederá con uno mismo y con los que nos rodean, la muerte. Lo que para algunos es paso y esperanza, es volver a donde comenzamos nuestro andar. Para otros es miedo y sin sentido.

La peli a través de un guión que no hace de la cuestión un melodrama, como los de Luis Miguel en la década de los 80 sino qué pasa con lo secular y sus ritos, desacralizar sin caer en golpes bajos, o por lo menos tratando de no hacerlo a partir de un humor ácido, cómo son las despedidas, cómo es la aceptación de aquellos que por lo bajo, quieren retener a toda costa a aquél que ya sabe que se ha cumplido su tiempo, su hora. Julián trata por todos los medios de dejar en paz a sus afectos, al menos lo intenta. Vemos como el mundo le será desagradecido, o bien le devolverá incomprensión porque no quiere ser carne de cañón de ningún experimento, sabe que su vida por acá ya se termina.

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Es un filme que nos hará derramar lágrimas pero que es sanador, que tiene momentos en que se palpa lo que es la amistad; estar en las buenas y en las malas, quizá sin hablarse, permaneciendo. Me pareció muy acertada para los tiempos que corren cuando se habla de «muerte digna» y se olvida la dignidad de la vida para poder hacer nuestro paso en esta calidad. El papel de la medicina y sus dictámenes que extienden la expectativa de vida aunque al mismo tiempo no mejoran sus cualidades. Por momentos sonará polémica y es bueno que así sea. Se las recomiendo desde el corazón y aunque estén pasando por una situación que les suene conocida.

Miren, a Ricardo Darín, la experiencia de haber actuado en esta peli, le sirvió para meterse en su pasado y resolver cierto conflicto de comunicación con su padre que no quería hablar del poco tiempo que le quedaba sino concentrarse en el nacimiento de su primer nieto, -el «Chino» Darín, que lleva el mismo nombre de su abuelo-; es decir, se concentró en la vida de los otros para irse de la suya. Al mismo tiempo, se dice que esta visión que nos regala Cesc Gay es una experiencia propia y si llegan a acercarse a esta obra, verán que no le fue tan mal.

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