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“Money Monster” (El Maestro del Dinero): El show debe continuar

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Poder institucional y poder real, la manipulación ejercida por los medios de comunicación, la crisis financiera global. El cine hollywoodense más comercial ha dejado de mirar hacia otro costado y con mayor o menor grado de compromiso, hipocresía y patriotismo se encarga de afrontar estas temáticas que suenan a actuales aun siendo de largo arrastre.

Una muestra de ello es El Maestro del Dinero, cuarto film como directora de la más conocida como actriz Jodie Foster, que se vale de los hilos clásicos del thriller para dejar una clara posición frente a la situación financiera social actual de los Estados Unidos.

La historia es sencilla, George Clooney interpreta a Lee Gates, famoso y carismático presentador de un show televisivo sobre finanzas en el mercado de valores. Hace algunas emisiones el hombre, en medio de la parafernalia que es su programa recomendó y aseguró invertir en las acciones de una empresa inversora joven llamada Ibis. Esas acciones cayeron estrepitosamente perdiéndose una cifra de dinero sideral. En el programa de hoy intentarán dar las explicaciones de lo que pasó.

La directora de la emisión, Patty Fenn (Julia Roberts) se prepara para una entrevista en vivo con la vocera de Ibis (Caitriona Balfe); pero las cosas no salen sencillas como lo planificado. A poco de iniciada la transmisión interrumpe en el estudio Kyle Budwell (Jack O’Connell) un televidente que siguió los consejos de Gates, invirtió y perdió todos sus ahorros.

El hombre no quiere solo su dinero, viene a reclamar unas disculpas y explicaciones reales por la pérdida del dinero de todos, y lo hace amenazando con un arma y un chaleco de bombas que obliga colocarse al conductor. Una exigencia más, no corten la señal.

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El guión de Jamie Linden (Querido John), Alan Difiere (creador de la serie The Bridge), y el polifacético Jim Kouf (En Busca del Tesoro Perdido, Hidden lo Oculto, Rush Hour), mantiene una premisa muy similar al menospreciado film de Costa Gavras El Cuarto Poder; y resigna algo – bastante – de verosimilitud en pos del entretenimiento y el destino al que quiere arribar.

Sin adelantar demasiado, en el centro de la historia que cuenta El Maestro del Dinero hay un gran agujero narrativo al que eluden ignorándolo porque de afrontarlo haría que todo el resto se caiga. Sobre el resultado final, en medio de un despliegue que no ahorra tensión, que sabe dosificar muy bien con exactas cuotas de humor, y que genera empatía directa con los que cree necesario; ese asunto que acarrea algunas dificultades, termina siendo pasado por alto y no afecta demasiado.

En sus films anteriores Foster ha demostrado ser una más que correcta directora de actores (algo común entre quines traspasan de la actuación al detrás de cámara), sabe otorgarle los tiempos necesarios a cada uno, les permite desarrollar su juego interpretativo y focaliza en determinados duelos que serán lo mejor del relato.

La directora de Feriados en familia airea adecuadamente una historia que desarrolla más de tres cuartos de su tiempo encerrada en un set de grabación; y hasta se permite algún despliegue técnico y rítmico muy acorde con lo que se pretende contar.

Clooney es consciente que estos papeles ya le salen de taquito. Hace rato que es un actor fijo en películas de tinte político, y aunque esta se incline más por lo financiero, los caminos confluyen. El hombre está a sus anchas para exudar ese carisma natural que tanta fama le ha dado. Jack O’Connell genera una empatía inmediata que el film no disimula. La postura argumentativa es la de Kyle, no hay ambigüedades, ni siquiera excesos patrióticos.

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El actor se vale de eso para ganarse a la platea con un personaje al borde de la desesperación, en definitiva inocente e ingenuo. En la partida, tanto Julia Roberts como Dominic West (el CEO de Ibis) serán quienes menos lucimiento tengan. West por falta de tiempo en pantalla, y Roberts por falta de peso en su personaje.

El Maestro del dinero no se ahorra sus discursos, sean más disimulados u obvios, sean que calcen bien o que se note la presión con que entran.

Su posición es indubitada y esa termina siendo su mejor carta. Otro acierto es la claridad y sencillez con que se presenta el conflicto, sin abrumar con números, palabras técnicas ni valores propios de la técnica económica. En este juego, cuando dispare dardos hacia los medios y cómo se puede hacer un show sobre todo, es cuando mejor parada sale.

Estamos en presencia de un film contundente, si bien con conceptos no muy originales, correctamente desarrollados, y que sabe ganarse al espectador con buenas armas.

Un Hollywood de pura cepa mostrando su mejor y más conocida cara. Quizás quienes busquen un gran film para la historia del cine denuncia sientan que falta algo de combustible. Quienes tengan las medidas pretensiones de un entretenimiento correcto con un trasfondo importante, serán quines más disfruten de la propuesta.

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