¿Dónde estás negro?: Anexo de vida

 

Hace pocas semanas se estrenaba en cartelera el logrado documental Agárrese como pueda: ¿Qué dicen los cuerpos al volar? El cual se encargaba de correr el telón del catch en Argentina, centrándose en la figura de Karadagián, para reconocer a verdaderos artistas del espectáculo detrás de una disciplina física.

Algo similar ocurre en ¿Dónde estás, negro? Ópera prima documental de Alejandro Maly (vale la mención, hijo del recordado y querido Arturo), quien también se vale de una suerte de destreza física – créanme que no es algo que lo hace cualquiera – para hablar del arte, el espectáculo, y una figura que se ubicó en el centro de la escena; en este caso, hablamos de Ricardo Gamero.

¿Quién es Ricardo Gamero? El mundo lo conoce como Mister Chasman, y por si no se avisparon, el arte/destreza que desarrollaba era aquella que lo unió de por vida a su fiel compañero, Chirolita; la ventriloquía.

Dividido en tres “episodios”, ¿Dónde estás, negro? Presenta un amplio material de archivo al que mixtura junto a entrevistas y un seguimiento de cámara de algunos artistas dedicados a la disciplina. Todo con un sentido rítmico desde el montaje, impecable.

Precisamente, la primera de las tres partes lleva por nombre “Chasman y Chirolita” y se dedica a mostrar varios fragmentos de sus shows, a hablar de su vida, su carrera, la complicada relación con aquel que se sentaba sobre su regazo, y presentar a colegas y compañeros de escenario que catapultarán a la figura de Ricardo, o Chasman, a lo más alto.

Luego, los dos segmentos restantes, “Los Ventrílocuos” y “Los Muñecos” se dedican a abrir el abanico, a mostrar el legado, algún antepasado también remarcable, y algunos que llevaron la afición un paso más allá. Pero es inevitable, siempre, siempre, se volverá a la figura de Chasman y el inefable Chirola.

Para quienes puedan mirar un poco más en profundidad, hay en este gran documental, un trabajo sobre la idea de vida del objeto inanimado. Algo que un ojo entrenado podrá comparar con los mensajes de Toy Story. En un cuasi monólogo que abre el film (y ya nos expone a una sensibilidad al punto de la lágrima), Chirolita dice haber dejado de ser un muñeco desde el momento en que Ricardo paso por una vidriera, lo vio, lo adquirió y le prestó su voz. Chirolita sin Chasman es un muñeco de madera; Chasman sin Chirolita es Ricardo; ¿Ambos son uno solo?

Hay recuerdos de viejas glorias de épocas del espectáculo que ya no son lo que era; los omníbus televisivos, el café concert, la revista de varieté. Todo se mira con ojos de admiración y evocación, y un armado tan fino que no permite que se vislumbren los hilos de la manipulación.

La presentación no se queda en esa sola figura y la expande a otros que cuentan con más o menor reconocimiento y trayectoria, pero que llevan este espectáculo en el alma, en la piel, y vaya si alguno hasta en lo más profundo de su corazón. También mira a quienes realizan labores colaterales, como los presentadores y/o humoristas, y el artesano de los muñecos, en otros segmentos que también nos recordarán al film de Pixar.

Un documentalista, como cualquier director, es también un artífice que monta un espectáculo; y el de Maly es de los atrayentes. Telones, televisores antiguos, tarimas, y humo, ese humo que era parte de la mística del show; todo sirve para adornar la sucesión de archivo y entrevistas variadas.

La cámara también sabe cómo ubicarse, de cerca, curiosa, como si estuviésemos detrás de bambalinas o en un backstage. Hay un interesante trabajo en la fotografía que recuerda a aquellas épocas, y un timing en la edición que mantendrá la atención de modo constante.

Es de una enorme felicidad que trabajos como ¿Dónde estás, negro? Lleguen a cartelera. Documentales que recorren una vida popular, un espectáculo que ya no está en su época de oro, pero que lo hacen con una sonrisa y una lágrima de emoción más que de tristeza.

De una duración corta, pero exacta para no abrumar o tornarse reiterativo; no todos logran en su ópera prima hacer una de las mejores propuestas del año, Maly lo hizo, y hay que aplaudir de pie cuando el telón se cierra. 

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *