Llegó a salas la coproducción ítalo-argentina, «El Nido», film rodado durante la pandemia, ópera prima de Mattia Temponi. La cinta es una apuesta modesta en términos de producción sobre el confinamiento en un evento global como el vivido, aunque cuenta con algunas aristas interesantes para seguir a este director en próximas oportunidades.
«El nido» es básicamente, una obra de teatro instalada en un escenario apocalíptico y hermético. Nada entra (excepto hacia el final), nada sale. Al transitar los primeros minutos nos explican de modo muy veloz algunas de las características de lo que sucede en ese mundo distópico. Hay una pandemia donde un virus convierte, en apariencia, a la gente en zombie, y la situación va de brote en brote.
Sin embargo, en el aviso publicitario que abre el film, vemos que hay una empresa privada que ofrece «el nido» (o sea un búnker protegido de los ataques externos), a familias para atravesar los períodos epidémicos. O sea, no es tan espontáneo todo (en relación al Covid 19, que es algo cercano que tenemos como referencia). Sin más, vemos un corrida en la salida de una escuela donde Sara (Blu Yoshimi, la apuesta italiana), cae mordida por una persona en un incidente confuso. Es rescatada por un «voluntario» (Iván, jugado por el solvente Luciano Cáceres) quien la lleva a un «nido» para cuidarla hasta que se reponga.
El film presentará entonces la estancia de estos dos sujetos en un ambiente cerrado donde el juego de planos, la atmósfera y los diálogos enigmáticos, harán lo suyo. Y aquí me permito pensar, saliendo de la función, que la difuso del afuera (la falta de información concreta de lo que sucede en el mundo, más allá de alguna cosa que se filtra), conspira contra el desarrollo de la trama. Hay aspectos explicados, y otros donde nos debe guiar la intuición para decifrarlos. No hay anatomía de estos dos solitarios, ya que si bien conocemos algo de sus vidas, el vínculo que tejen, no deja de ser endeble, dado que nunca terminamos de saber que sucede en realidad.
No es que esté mal, desde ya. Pero es difícil pensarlo como un film de género porque salvo la escena inicial y una al final, el resto son diálogos, oscuridad, pasillos, heridas y aislamiento. Y reconozco que los dos intérpretes son sólidos, pero el problema es el guión.
Para llevar adelante una apuesta tan teatral a la pantalla, un libreto más dinámico les habría permitido jugar más con la exploración interpersonal. Sí, entiendo que también hay aquí un modelo de «protección» parental retorcido, que se modeliza y que me parece narrable… Pero para ganar interés, creo que necesitabamos saber más, de Sara y de Iván, y también del peligro que hay afuera, no desde lo discursivo, sino desde lo fáctico. Eso le quita tensión al relato y con los minutos se va volviendo anodino, hasta languidecer al final.
En el lado positivo, Temponi rueda con mucha soltura y tiene un manejo de cámaras destacado que luce adecuado para la propuesta. El diseño de arte es otro punto fuerte, porque combina la estética de los búnkers clásicos de la posguerra, con las facilidades actuales. Esta reminiscencia funciona también y acompaña el encierro de los protagonistas.
Yashimi y Caceres hacen lo suyo bien. Son actores capaces de sostener y crear la atmósfera necesaria para contar una historia. Sí, la primera habla en un castellano un poco forzado y eso le quita un poco de fuerza narrativa. Entiendo que definirse por un idioma en una coproducción es un tema, pero el personaje de Sara es más una mujer joven que una adolescente y además, la dicción resta a veces a alguna escena que podría tomar más intensidad.
Creo que «El Nido» es una ópera prima hecha con voluntad y buenas intenciones. Se nota en el equipo técnico calidad, pero contar este relato en una época donde todos hemos visto millones de horas de sucesos horribles en relación a la pandemia, parece quedarse corto. Quizás, si no hubiesemos tenido al Covid 19 la cinta puntuara más alto. Pero incluso imágenes de noticieros podrían haber sumado a la construcción de los climas dentro del refugio.
Entiendo que los zombies siempre son una salida confiable, pero en este caso y viendo en qué época se rodó la peli (2020-2021), quizás alguna vuelta de tuerca más se podría haber esperado. Un intento válido, aunque lejos de lo que una peli de género entretenida puede ofrecer en el ahora.
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Rodrigo Chavero
Periodista, docente y redactor de contenidos. Amo el cine y no hay mejor plan que ver películas.
Coordino Espectador Web desde 2011 y en mis redes hay mucho material de cine, teatro y espectáculos en #CABA.



